Presidente Se Busca. Por Ricardo Escobar

En una elección presidencial hacemos una “contratación a plazo”: liderar un Estado con 25 ministros, administrar US$90 mil millones, comunicar con solvencia, decidir en economía y política exterior, hablar inglés y hasta bailar cueca. Con sueldo de $7,6 millones, llama a elegir a quien cumpla 8 o 9 de 12 requisitos.
Si uno hace el ejercicio lógico jurídico de analizar en qué consiste una elección presidencial democrática, se puede describir como un proceso colectivo de contratación laboral a plazo fijo. Suena divertido, pero piénselo. Lo que se busca con el voto de millones de ciudadanos es contratar una persona por 4 años, para una posición con una descripción de cargo más o menos como esta:
Tiene que dirigir un aparato institucional con medio millón de trabajadores en distintas líneas de producción de bienes y servicios (destinados a 20 millones de consumidores o usuarios), trabajadores con un régimen laboral inamovible, buenazos para hacer huelgas exigiendo el sueldo, a pesar de que la ley dice que no pueden.
Debe dirigir todo eso por medio de 25 subgerentes (los ministros), lo cual es desde ya una locura en términos de diseño organizacional. Imagine lo que podría hacer el gerente general de Falabella o de Google, si tuviera que lidiar con 25 subgerentes. Estarían en bancarrota, incapaces de actuar en forma eficaz.
Tiene que estar permanentemente promoviendo cambios regulatorios con impacto potencial sobre 20 millones de personas, cambios que no controla porque dependen de un órgano colectivo en el generalmente no tiene mayoría.
Debe tener habilidades comunicacionales excepcionales, se espera que responda con total claridad, coherencia y en tiempo real por: i) un carabinero que atropelló una anciana mientras perseguía a unos delincuentes, ii) por la licencia que tomó porque tenía un hijo enfermo justo en el día que se desbordó un río e inundó una villa, o iii) de las razones para eliminar filosofía en el currículo de educación media.
Tiene que ser capaz de entender y decidir frecuentemente en temas de política internacional. En particular debe conocer la historia y tradición jurídica internacional de delimitación de fronteras frente a vecinos buenos para correr cercos. Tiene que saber de geopolítica mundial, de comercio internacional de Chile y sus competidores, y ser capaz de administrar todo eso defendiendo intereses permanentes de Chile (sus empresas, su territorio, su tradición democrática) cada vez que alguien inicia una guerra en una provincia de otro país, o decide subir aranceles “making America great again”.
Debe entender economía a nivel micro y macro para apoyar decisiones que eviten inflación y estancamiento económico, o que den protección a grupos o sectores que pierden frente a cambios tecnológicos, interrupciones de cadenas de suministro, o cataclismos de toda clase.
En particular cada año debe cuidar cerca de US$90 mil millones de todos los chilenos, asegurando que se gasten bien, y cuidando que no se la roben sus partidarios y los buitres de turno. Tiene que asegurarse, además, que esa plata llegue oportunamente todos los años sin endeudar a todos los chilenos al punto de llevarlos lenta o rápidamente a una crisis financiera.
Tiene que saber bailar cueca para el 18 de septiembre y pasar 4 horas viendo un desfile de militares. Tendrá que sonreír en cuanto acto asista, los que no son menos de 10 a la semana por 4 años.
Tomará vacaciones sabiendo con 99% de probabilidad que cuando esté tratando de tirarse al lago o capear una ola, habrá un incendio forestal o un terremoto que le obligará a sacarse el traje de baño y ponerse un casco.
Debe hablar al menos inglés fluidamente para comunicarse con otros jefes de Estado, y autoridades de organizaciones internacionales o grandes inversionistas extranjeros esenciales para el desarrollo o seguridad de Chile.
En cuanto a apariencia y modales, para evitar papelones mundiales en su función de representante de todos los chilenos, independientemente de sus gustos personales debe vestirse y comportarse como generalmente se espera de Jefes de Estado. Idealmente debe ir a su oficina habiendo tomado una ducha y con la ropa en su lugar antes de bajarse del auto. Tampoco debe emborracharse o tomar drogas, por mucho que ambas cosas le gusten.
A pesar de que el contrato es por 4 años, al dejar el cargo nunca más tendrá vida privada. Siempre habrá carabineros que lo seguirán desde que sale de su casa y hasta que vuelva a ella, porque nunca más podrá ir a supermercado o a un restorán o sentarse en una plaza, sin que algún salvaje tenga la idea de recordarle a su madre, o algún fan estime oportuno tomarse una selfie con el ex presidente.
Se ofrecen $7,6 millones mensuales de sueldo.
Usted que ya ha contratado recientemente a una persona para el mismo cargo, y conoce las consecuencias. Vote en noviembre por quién cree que lo puede hacer mejor: Kast, Jara, Matthei, ¡¿Parisi?!.
Ya sabe lo que se necesita. No reclame después si vota por quien no cumple al menos unas 8 o 9 de las 12.
La columna fue escrita sobre la base de inspiradores discusiones en el WhatsApp de mis compañeros de la Facultad de Derecho.
Los invitamos a leer la columna en el siguiente link.