Pedrito y el lobo y la política. Por Ricardo Escobar
Cuando mis hijos eran pequeños les conté la historia de Pedrito y el Lobo. Los niños iban siguiendo con risa, asombro y susto a Pedrito el pastor, quien aburrido en el cerro cuidando las ovejas de vez en cuando se ponía a gritar que venía el lobo. De esta forma hacía salir a la gente de la villa. Crédulos ellos, venían, bulliciosos de quienes llegaban corriendo cerro arriba. Lo hizo varias veces, burlándose de quienes llegaban corriendo cerro arriba. Hasta que llegó el día en que de verdad vino el lobo y Pedrito gritó y gritó, pero la gente no acudió en su ayuda. Ya no le creían sus mentiras.
Las clases de lectura en educación básica deberían tener esta fábula como materia obligatoria. Los niños aprenderían con ella que, si bien puede ser entretenido decir una mentira a veces y así lograr a costa de otros lo que uno quiere, hay un límite en esto de andar engañando a la gente. Tiene consecuencias graves: a Pedrito se lo comió el lobo.
En la política nacional hay quienes parece que creen que se puede andar diciendo patrañas a la gente y contando con sus votos, aunque hayan de ser desilusionado o engañado a los ciudadanos una y otra vez.
La larga tragedia de la crisis de las isapres es el ejemplo más reciente de esta actitud. Gobierno tras gobierno, Congreso tras Congreso, con las excusas más ridículas nos han dicho que alguien más es responsable del problema, “pero no se preocupe, algo vamos a hacer”, después. Jugando con fuego así pasaron la carta envenenada hacia adelante. Hasta que llegó el lobo. Tres millones de personas están al borde de ir a sobrecargar el sistema público de salud.
Ahora dicen, no se preocupen, esto es un problema de los ricos. Como si los cientos de miles que esperan años para una cirugía o un especialista en la salud pública no fueran a ser afectados por un par de millones de nuevos usuarios del sistema público.
La autoridad responsable, que increíblemente decidió no apoyar una solución recomendada por especialistas de todos los colores, con lo cual precipitó el sistema al barranco, es la misma que lo hundió cuando determinó que la deuda que podría asumir de US$400 millones ahora es de US$1.500 millones y tanto impagable. Esa misma propone ahora que la solución es puede arreglar dando tres veces más el veneno a los que vendrán después, y con desparpajo agrega que si esto no se aprueba, será la oposición la culpable de del desastre.
En pensiones es parecido. Se prometen aumentos que se sabe no pueden ser financiados. Se evita decir la verdad, que hombre y mujeres deben cotizar hasta los 67 años al menos para que el sistema no haga crisis. Le sacan el cuero a la jeringa, eluden la dura responsabilidad para la que fueron elegidos.
En seguridad nos dicen que están comprometidos con ella, pero permiten que un puerto esté tomado por un puñado de trabajadores que defienden su “derecho” a ir a trabajar borrachos o drogados, y lo hacen a pedradas contra sus compañeros y destruyen líneas de ferrocarril.
En recaudación fiscal aseguran que quieren y luchan contra la evasión fiscal y la informalidad, pero entienden espacios en plazas, pesas y trenes, para que miles de comerciantes ilegales vendan el producto del robo y el contrabando. Alientan así el crimen organizado, destruyen espacios públicos y apoyan la competencia ilegal contra quienes pagan impuestos.
El lobo se los va a comer uno a uno en las elecciones. – por RICARDO ESCOBAR – Abogado de Bofill Escobar Silva Abogados.
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