A propósito de Marcel: El extraño Caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde. Por Ricardo Escobar
Me pareció hace dos años que el acto de aceptación de Mario Marcel estaba al borde del heroísmo. Era obvio que el Presidente en la disyuntiva de abandonar las promesas absurdas de campaña y hacer caso a su ministro, abandonando con eso el ADN de sus convicciones y el sueño afiebrado del PC y el FA, la decisión sería seguir con el programa.
Cuando tenía unos 11 años, en las calurosas tardes de un verano en La Granja, leí La Isla del Tesoro. Del mismo autor, R.L. Stevenson, leí unos años más tarde en la magnífica biblioteca del INBA el libro que titula esta columna. Un investigador, Gabriel Utterson, se dedica en la novela a develar la relación entre un antiguo amigo suyo, el Dr. Jekyll y una serie de crímenes cometidos por Edward Hyde. Spoiler alert: Jekyll y Hyde eran una misma persona.
En conversaciones y chats con destacados economistas y empresarios es un tema recurrente una pregunta parecida a la que se hizo Gabriel Utterson, pero referida a nuestro ministro de Hacienda ¿Qué le pasó al ministro Marcel, a ratos es el economista serio y brillante que conocimos siempre y a ratos uno desconocido? La pregunta se la hacen desde ex concertacionistas hasta simpatizantes de Chile Vamos.
Cuando en el verano del 2022 el Presidente Boric anunció que Mario Marcel sería su Ministro de Hacienda en esos mismos grupos hubo una gran alegría, incluso varios amigos se aventuraron a decir que este sería un gobierno socialdemócrata. Entre la turbulencia del covid, los desatinados pero reveladores anuncios de “meterle inestabilidad al sistema”, y el febril entusiasmo refundacional del proceso constituyente de la época, la noticia del ministro Marcel apareció como una balsa a la que todos abrazaban su esperanza.
Yo lo puse en duda y, como es frecuente, quedé en minoría y fui tildado de pesimista.
Mi razonamiento era:
1. El Presidente Boric había sido elegido por la coalición del octubrismo y en el ambiente descrito que tenía a mis amigos como náufragos en una tormenta. Su coalición era la que había votado en contra de medidas para controlar el crimen y la violencia callejera; era la que inventó los retiros de las AFP; era la que por voz del profesor Atria y otros decía que había que cambiarlo todo, y era la que había descrito con claridad en su programa lo que quería hacer: condonar el CAE, desarmar los tratados de libre comercio, introducir impuestos al patrimonio y las utilidades retenidas, y una larga lista de propuestas perfectamente coherente con la conducta previa de todos sus patrocinantes.
2. Mario Marcel es un economista excepcional y con una experiencia inigualada. Desde sus inicios con el equipo económico más sólido que ha conocido Chile, estaba entre los que se formaron en CIEPLAN y luego en el gobierno bajo el liderazgo de Alejandro Foxley y René Cortázar. Después sumó experiencia política y de gestión del Estado en la Dirección de Presupuestos. A eso agregó experiencia internacional en Washington y en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) en París. Finalmente, hizo una labor aplaudida transversalmente dirigiendo en Banco Central con entereza y valentía. Imposible olvidar cómo, con su serena y casi aburrida claridad, le dijo al enardecido Congreso que aprobar los retiros de las AFP era una pésima decisión. Lo cual le acarreó, por cierto, la crítica de todo su sector político que no dejó pasar la oportunidad de ejercer la demagogia y populismo que abrazaron hace ya más de una década.
3. La coalición de gobierno era y sigue siendo, una suma mal pegada del Partido Comunista (PC) y el Frente Amplio (FA) por un lado, con su agenda refundacional desplegada sin miramientos, y por otro la ex concertación, como invitados a una fiesta que no es suya pero en la que tratan de aparentar que son más de izquierda que el PC, lo que los obliga a renegar hasta del número de sus zapatos.
4. Mario Marcel, cuando con generosidad aceptó la invitación del Presidente, selló su futuro y cambió el curso de su bien ganado prestigio, porque asumió una tarea imposible de satisfacer. Por un lado, puso su nombre y experiencia como garantía de seriedad a lo que sería el manejo financiero del Estado en el mandato del joven Presidente, por otro asumió el rol de tratar de hacer cumplir su programa. Este último es incompatible con cualquier manejo responsable de la economía, es incongruente con el crecimiento, con el equilibrio de las cuentas fiscales. Así, por ejemplo, a duras penas y gracias al apoyo una vez más de nuestro Banco Central, la inflación ha sido controlada a niveles aceptables. El gasto público, que pudo haber sido desenfrenado con alguien menos competente que Mario Marcel, fue compatible con eso en estos dos años.
5. Pero en el otro lado, ha debido quemar su prestigio defendiendo malas políticas, haciendo como que apoya lo que prometió el programa. Así ocurrió con la reforma tributaria en la que fracasó (y que ahora en buena parte insiste con similar pronóstico), con las Isapres al borde de generar una crisis sistémica de proporciones, con la reforma de pensiones que seguramente fracasará. Este gobierno tendrá el peor crecimiento desde que estamos en democracia, habrá aumentado la pobreza y la desigualdad. Tristes medallas para una carrera brillante. Era la crónica de una muerte anunciada y será el precio que Mario Marcel habrá de pagar por ayudar al Presidente, por atemperar los daños que podrían haber sido desastrosos de un gobierno con un Ministro de Hacienda menos competente y firme.
Me pareció hace dos años que el acto de aceptación de Mario Marcel estaba al borde del heroísmo. Era obvio que el Presidente si estaba en la disyuntiva de abandonar las promesas absurdas de campaña y hacer caso a su ministro, abandonando con eso el ADN de sus convicciones y el sueño afiebrado del PC y el FA, la decisión sería seguir con el programa.
Y eso tenía solo dos caminos posibles para el ministro, abandonar el barco y salvar su prestigio profesional, o ser leal a cuidar lo que se pueda de las políticas fiscales y continuar dando la cara. Lo primero lo habría dejado como un ingenuo, que nunca ha sido, lo segundo refleja su esencia y compromiso por Chile. Ha devenido en un Mr. Hyde sacrificando al honorable Dr. Jekyll que todos conocíamos.
Pocos profesionales son tan generosos y valientes.
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