Shakespeare y las Finanzas Públicas Algo huele podrido. Por Ricardo Escobar

Al cierre de septiembre pasado la Deuda Bruta del Gobierno Central era $126.832.111 millones. Al terminar el año era $129.794.268 millones. Cuesta manejar estos números impronunciables, pero para decirlo fácil, en tres meses la deuda subió en algo más de USD 3.000 millones, ¡USD 1.000 millones mensuales de mayor deuda Basanio anda desatado.
“Algo está podrido en el Estado de Dinamarca”.
Con estas palabras, Horacio, un simple soldado de guardia, termina la escena III de Hamlet. El soldado, con su humilde distancia de los asuntos de la alta política, percibe que las cosas andan mal cuando ve al príncipe Hamlet alejarse a conversar con el fantasma de su querido y respetado padre.
El espectro era el rey, muerto recientemente, cuya viuda en menos de un mes ya estaba casándose con el hermano de su difunto marido.
Lamentablemente se lee poco a Shakespeare por estas tierras del sur del mundo. Una pena, porque sus enseñanzas a temprana edad serían muy útiles a quienes algún día se hacen adultos y, como es obvio, siguiendo la ley de la vida, reemplazan (a veces con poco talento a otros más añosos en responsabilidades de Estado, como en esa lejana Dinamarca.
Con el viento soplando fuerte sobre el lago Rupanco, y sin ajetreo de oficina, las vacaciones de repente juntan sobre el escritorio lecturas curiosas, que riman en el tiempo a pesar de los siglos que las separan.
En el Mercader de Venecia el personaje central, Basanio, comienza la enredada trama que vendrá con esta explicación “no ignoras cómo he debilitado mi fortuna ostentando un lujo más subido del que mis medios permitían mantener”.
En lo esencial, los principios básicos de economía valen igual para una persona, para una familia o para el Estado. Si se gasta más de lo que se gana, la diferencia al final sale de los ahorros que disminuyen o de deudas que aumentan. No hay magia.
Uno gasta lo que tiene o lo que le prestan otras personas. Lo que se tiene, el patrimonio, si todo el tiempo estoy gastando más que lo gano, de a poco se va acabando.
Los que prestan lo hacen en cantidad y precio que depende de cómo ven la posibilidad de cobrar en el futuro. Si me ven ganando plata, talentoso, con buena salud y juventud, sobran prestamistas y me cobran barato. Al contrario, si mis rentas están por el suelo, llevo años ganando lo mismo y gastando más, y no hago nada para cuidar mi salud, entonces el precio será más caro y será más difícil.
En algún momento terminaré pidiendo plata a un usurero de barrio.
Tampoco es lo mismo aquello en lo que gasto el dinero que gano o que pido prestado.
Si lo uso para pagar estudios míos o de mis hijos, que como familia nos permitirán ganar más en el futuro, esa plata está muy bien invertida, porque el pago de la deuda se ve saludable, habrá mayores recursos. Si, por el contrario, gasto el dinero en fiestas, en regalos a mis amigos y parientes, en subsidiar la vida del hijo flojo que no estudia y no quiere trabajar, o simplemente comprando lo mismo de siempre en el supermercado sin ajustar mi consumo, la cosa se ve mal.
Como le pasó a Basanio, en algún momento el resto del mundo deja de creer en el cuento de que “este año no, pero el próximo sí voy a ganar más” y entonces no habrá problema con seguir comprando lo mismo en el supermercado y llenando el tanque de la 4×4, “y, además, pagaré lo que debo”.
La lectura que se cruzó con Shakespeare fue el “Informe de Estadísticas de la Deuda del Gobierno” (3er trimestre 2024) y el último “Informe de Finanzas Públicas”, ambos de la DIPRES. Al leerlos, da la impresión que en algún momento, a partir de 2014, un Basanio local se instaló a vivir en Teatinos 120. Repasemos algunos datos y preguntas obvias.
Al cierre de septiembre pasado la Deuda Bruta del Gobierno Central era $126.832.111 millones.
Al terminar el año era $129.794.268 millones. Cuesta manejar estos números impronunciables, pero para decirlo fácil, en tres meses la deuda subió en algo más de USD 3.000 millones, ¡USD 1.000 millones mensuales de mayor deuda Basanio anda desatado.
Para que vea usted las cosas en perspectiva, el 2007 la deuda del Gobierno Central era equivalente a algo menos del equivalente al 5% del PIB de ese año. Suponga que usted ganaba $10 millones al año, toda la deuda que usted tenía entonces era menos de $ 500 mil.
El 2014, cuando Besanio se mudó a manejar la plata pública, la deuda ya iba en un millón y medio de pesos. Entonces pidió plata prestada para gastar en más compras de supermercado, celebrar cumpleaños, y poco o nada en inversiones que mejoraran su futuro. Prometió a los acreedores que rápidamente estaría ganando $500 mil pesos más cada año y que con eso pagaría las deudas.
Resulta que no ganó ni la mitad de eso y para cuando terminó el 2018 la deuda ya era cerca de 25% del PIB, o sea unos dos millones y medio de pesos, siguiendo el ejemplo.
Besanio se enfrentó entonces con la revuelta del 18 de octubre el 2019, que destruyó parte del patrimonio que teníamos y la confianza en hacer negocios. A eso se sumó la pandemia en que, contra todas las recomendaciones, Besanio y compañía se pusieron a gastar ahorros como si el mundo terminase al día siguiente. La deuda el 2021 llegó a más de 36% del PIB.
La deuda hoy va en más de 42% del PIB. Siguiendo con el ejemplo, las 500 lucas que usted debía el 2007, ya pasaron de los $4,2 millones. El problema es que los intereses anuales que eran unos $9 mil el año 2007, hoy van en más de $20 mil.
El futuro se ve peor, porque Besanio ya está en crisis, contando cuentos cada vez menos creíbles a Shylock, el judío prestamista, para conseguir plata mientras sigue su vida aventurera. Por ejemplo, se lee en la página 37 del último informe que los ingresos que en septiembre se estimaron para comprometer lo que se gastaría el 2025, fueron -$2.852.533 millones menos (-0,9% del PIB). ¿Cómo es posible semejante error de proyección en apenas tres meses, si acababan de pasar una ley que aseguraban que recaudaría más? tenían acaso razón una vez más los que el 2014 dijeron hasta el cansancio que no habría esos mayores ingresos y que mejor no siguieran gastando como si no era seguro si los iban a recibir.
La historia se hace a ratos incomprensible para los no iniciados. Me siento como en el Juego de Abalorios cuando leo las proyecciones de la Deuda Bruta del Gobierno Central página 95). Se informa que entre los años 2026 al 2029, habrá amortizaciones de deuda por cerca de USD 30.000 millones.
Al mismo tiempo proyectan que la suma de los déficits fiscales de ese período será unos USD 8.000 millones, pero que la deuda central sólo aumentará en cerca de USD 1.000 millones. ¿Cómo es posible hacer USD 30.000 millones de pagos de deuda actual, tener déficit y no aumentar la deuda Liquidando activos, dirá usted, manotazos al patrimonio.
Tampoco cuadra, la previsión de estos es USD 3.000 más o menos. ¿Será que se chutean (reprograman) deudas al futuro y que por alguna regla de contabilidad estatal no se muestra ni como nota al pie el cambio del stock de deuda después del 2029?
Al ver esto y escuchar hace poco las celebraciones que hacían los amigos de Besanio cuando el PIB no cayó todo lo previsto, sino que creció un 0,1% más, me acuerdo de Horacio que pregunta a su amigo Hamlet por qué se escuchan unos cañonazos.
Hamlet responde “El Rey se divierte. Está cumpliendo su promesa de celebrar a cañonazos cada brindis que haga por la salud de su amado sobrino e hijo”. Luego agrega con su triste sabiduría “Pero a pesar de que nací y me crié en palacio y soy heredero de esas prácticas, creo que es una costumbre que trae más honor en el incumplimiento que en la observancia.
Esta bárbara diversión que se oye por todas partes, en levante como en poniente, nos afrenta y nos da mala fama entre otras naciones” Omitiré la línea que sigue en ese dialogo.
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