Ricardo Escobar: “Es un poco ingenuo pensar que con bajar el impuesto a 25% va a subir la inversión si al mismo tiempo se crea un impuesto a los dividendos”
El exdirector del SII advierte que la iniciativa afectará principalmente a empleados de rentas altas y a inversionistas medianos, cuyas rentas son formales y conocidas.
Mientras Hacienda aún afina su nuevo proyecto de ley tributario, esta vez de impuestos a la renta, el debate ya se instaló entre el Gobierno y el sector privado. Aunque el ministro Mario Marcel ha resaltado que la iniciativa es neutra en términos recaudatorios, para el exdirector del Servicio de Impuestos Internos (SII), Ricardo Escobar, la propuesta que se ha conocido hasta ahora solo hará más complejo el sistema, sin mayores beneficios.
El socio de Bofill Escobar Silva Abogados plantea que lo que se requiere es concentrar los esfuerzos en que paguen quienes no lo están haciendo, es decir, atacar de lleno a la evasión y la informalidad.
En ese sentido, resalta que la reciente Ley de Cumplimiento Tributario va en el sentido correcto, aunque –en su opinión– más adelante se deberá revisar nuevamente las condiciones para levantar el secreto bancario. “La información bancaria debiera estar disponible de manera más fácil en procesos de investigación, no solamente cuando se trata de criminales o grandes casos. El servicio debiera tener más herramientas”, sostiene.
– ¿Salió una buena ley?
– Tiene aspectos positivos. Pero también hay cosas que no son muy efectivas, como la confianza en la capacidad recaudatoria de las normas antielusión, que a estas alturas suena un poquito mágica. El efecto recaudatorio más importante de esas normas es cuando cambian la actitud de los contribuyentes y sus asesores respecto del tipo de planificaciones que hacen, y eso ya ocurrió el 2015. Estos de hoy son cambios marginales.
– ¿Y le pone más presión al SII?
– Obvio, porque Impuestos Internos tiene que hacer magia para tratar de recaudar más utilizando este tipo de herramientas y no creo que haya mucho rendimiento.
– El nuevo proyecto que entrará pronto al Gobierno propone bajar el impuesto a las empresas de 27% a 25%, pero los gremios empresariales piden que se baje 23%. ¿Qué le parece esa discusión?
– Creo que volvemos a caer en lo mismo que he criticado por mucho tiempo, que es una falta de conversación previa para determinar bien qué es lo que se necesita. Es un dato que Chile tiene una tasa de impuesto a las empresas relativamente alta. El 27% está por sobre la media de los países de la OCDE y es una tasa que complica la inversión. Pero reducir a 25% y, al mismo tiempo cobrar 4% sobre las distribuciones de dividendos –que es lo que entendí que quieren hacer–, en la práctica deja la tributación más o menos donde mismo y, por lo tanto, no ayuda a la inversión en el caso de proyectos nuevos.
La mayoría de los proyectos se financia con deuda y, por ejemplo, si una sociedad paga una tasa de 25%, por luego tiene que distribuir un dividendo a la empresa holding de arriba para que esta pague un préstamo con el que se financió un nuevo negocio en la sociedad de abajo, al tener que pagar un 4% por esa distribución, nos deja más o menos donde mismo.
– ¿Por lo tanto, la carga tributaria de las empresas no cambia?
– No cambia significativamente y solo se hace más enredoso. Es un poco ingenuo pensar que con bajar el impuesto a 25%, va a subir la inversión si al mismo tiempo se crea un impuesto a los dividendos. Hay un elemento que ayuda y otro que va en contra, entonces, no creo que eso mueva la aguja. Tendría más sentido volver a bajar la tasa a los dividendos, pero sin las complejidades de desintegrar el sistema.
– Hacienda insiste en desintegrar y pasar a un sistema dual.
– Pero eso es subirle el impuesto a los inversionistas más intermedios, los que no son los más ricos. Para ellos su tasa de global complementario sube a la suma del impuesto de la empresa más el 16%, que es la nueva tasa que proponen de impuesto a la renta del capital. Entonces, terminan al final con una tasa cercana al 40%. Si hoy uno de esos contribuyentes recibe un dividendo y resulta que su tasa de global es 30%, ahora se la van a subir a 39%. O sea, es una medida que pagarán los inversionistas intermedios, no los 9.000 contribuyentes que están en la tasa máxima. Ahí hay un error. Y es porque existe el mito de que el problema está en la integración.
– ¿Hace más complejo el sistema?
– Y es un enredo. No sé cómo lo van a hacer, pero las normas transitorias en estos procesos son terribles y cuesta mucho tiempo que se armonicen. Es un error que se comete una y otra vez, reforma tras reforma. Esto pasó el 2014 y 2015 cuando se hizo la reforma con Bachelet II.
– Para el Gobierno el proyecto de impuesto a la renta no busca allegar más recursos, sino que sería neutro en términos recaudatorios…
– Pero hace más complejo el sistema. No le veo ningún beneficio particular comparado con los costos que puede generar. Mi pronóstico es que esto solo va a generar mayor costo de transacción sin una recaudación que lo justifique y, además, no veo que vaya a ser más justo. No se me ocurre cómo puede ser más justo que una persona que hoy paga 30% tenga que pagar 39% por la misma renta producida del mismo modo, que lo que le va a pasar cuando se desintegre el sistema.
Para que sea neutro también se busca subir el impuesto a las personas a quienes ganen más de $ 6 millones mensuales. ¿Cuál es su visión de eso?
– Se insiste en cobrarle más a los que ya pagan impuestos. Es una reforma que afectará principalmente a empleados de rentas altas y a inversionistas medianos, cuyas rentas son formales y conocidas. Se ignora el dato que en sociedades desarrolladas los impuestos a la renta se cobran a casi todo el mundo y acá seguimos sin hacer tributar a millones de personas, a quienes se podría llevar a tributar como una manera de inducir a su formalización si, por ejemplo, se vinculase su declaración de impuestos con el otorgamiento de subsidios fiscales, más creativos, ayudar a empujar la formalidad.
– El Presidente Boric dijo esta semana que el proyecto procura que “los más ricos paguen más”. ¿Qué le parece eso?
– Es el discurso que se repite una y otra vez pero me irrita un poco porque en Chile no paran los números. En el pasado, según los datos del Impuesto Global Complementario, los 9.325 contribuyentes que declararon más de $ 247 millones de renta en el año o unos $ 20 millones mensuales, en promedio, pagaron $ 146 millones de impuestos, lo que representa un 33% de las rentas que declararon. Un tercio de lo que ganan se va en impuestos.
A su vez, los primeros contribuyentes que empiezan a pagar, que son 1.162.864 personas, con rentas entre $ 10,7 millones y $ 24 millones al año o casi $ 900 mil y $ 2 millones mensuales, pagaron cerca $ 200 mil en promedio al año, cerca de un 1,3% de tasa efectiva.
Cuando uno compara eso con los países más desarrollados, resulta que nuestros ricos pagan más o menos lo mismo que en esos países y las personas de menos ingresos pagan menos. Ahí hay una medida que es muy impopular, pero que es necesario conversarlo, y es cómo se hace para que más personas entren en el sistema.
– ¿Se requiere hacer más equitativo el sistema?
– En Chile los ricos pagan, y no poco. Lo que se necesita es hacer que paguen los que no están pagando.
– ¿Qué le parece, en general, como el ministro Marcel ha tratado el tema tributario?
– El ministro Marcel ha estado obligado a hacer lo que decía el programa de gobierno, pero supongo que no es necesariamente lo que él hubiera preferido.
Probablemente, su mayor logro ha sido frenar el incremento de gasto público hasta donde ha podido.
Ahora, el proyecto de cumplimiento tributario era técnica y conceptualmente débil y hubo que arreglar bastante en el camino. Y el diseño del que se ha anunciado hasta ahora de impuesto a la renta, me parece que va en la dirección equivocada y obedece más bien a una posición ideológica. No responde a una visión práctica o con experiencia respecto de cómo funciona la economía, las empresas y la recaudación.
– ¿Por qué ideológica?
– Porque parten de esta teoría de que sean los ricos los que paguen más. Es el discurso estándar. Pero eso no mira muy bien los números que comentábamos. Y, además, está ignorando lo que es bastante evidente, el elefante en la pieza, que es que existe una enorme cantidad de evasión y de economía informal. Insisto en que lo que nos falta es parar la pelota un rato, estudiar en serio este tema en forma compartida, con los mismos datos y desde ahí construir un mejor diseño. Este Gobierno perdió la oportunidad.
– ¿Este tema seguirá en el próximo Gobierno?
– Dada la situación política, es probable que este proyecto no pase, así lo han manifestado ya desde la oposición. Pero el próximo gobierno, sea de derecha o de izquierda, sí tendrá que hacer algo si en serio se quiere hacer cargo de eliminar la incertidumbre tributaria. Para eso se necesita producir un acuerdo tributario estable, que implique que no se van a cambiar los impuestos en al menos ocho años. El día en que se logre ese acuerdo mejorará la inversión en Chile.
Y si eventualmente este proyecto pasara, luego va a venir igual el otro gobierno y lo van a cambiar de nuevo. Pero el tema es que se debe hacer con una visión de largo plazo, con un acuerdo amplio.
Los invitamos a leer la entrevista en el siguiente link.