Eufemismos tributarios. Por Ricardo Escobar
Pensiones, educación y cuentas eléctricas los nuevos proyectos de ley esconden tributos detrás de palabras suaves, pero el impacto en los trabajadores, estudiantes y empresas es innegable.
Don Luis Silva Basualto, nuestro profesor de castellano en el INBA, desde octavo básico nos fue presentando la belleza de nuestro idioma a medida que nos envolvía con su técnica. Así, la sintaxis, la ortografía, la redacción (y en mi caso la caligrafía, a aunque sin éxito fueron parte del ejercicio de aprender a escribir y hablar correctamente y, también, de comprender y disfrutar la lectura.
Desde su altura, entre bromas y retos, él nos presentó, además, los elementos que convierten el uso del idioma en un arte, aquello que hace que pueda movernos y conmovernos, despertar sentimientos de alegría, tristeza o rabia. Todo lo anterior lo enseñaba junto con la práctica de la precisión necesaria para expresar lo que se desea con claridad o sin ella, según se requiera.
En esta última parte nos mostró algunas herramientas del idioma que ayudan a conseguir que quien recibe la comunicación escrita u oral, sea seducido, sea atrapado por la magia del discurso, provocándole adormecimiento, exaltación o simplemente comprensión. Palabras de raíces griegas llegaron así a nuestra caja de útiles para la vida hipérbole, metáfora, hipérbaton, eufemismo. De todas teníamos que hacer ejemplos o ejercicios. Así encontrábamos que se podían derramar ríos de sangre en una batalla, que en Cuba existe un gobierno que tiene mucho control sobre la actividad política, y que la valentía de Sandokán era grande como una montaña.
Se anunció en estos días que viene una reforma tributaria, la cual cambiaría principalmente el impuesto a la renta. Se anuncia como si fuese la única cuyo trámite se viene.
Este anuncio me recordó aquellas clases en las altas y heladas salas del Patio Amarillo en mi colegio. Puedo ver a nuestro profesor jefe explicándonos el concepto de eufemismo manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura y malsonante. Por qué, se preguntará usted. Muy simple, porque hay al menos tres proyectos de ley de nuevos impuestos a la renta actualmente en curso en el Congreso, todos los cuales, sin embargo, eufemísticamente no hablan de impuesto a la renta, ni siquiera de impuestos o tributos.
En términos políticos decir que se están proponiendo tres nuevos impuestos a la renta es duro y malsonante. Si así se dijera, cuando se supone que no habría una reforma de impuestos fuera de la que se anuncia para este mes, sería contradictorio con el discurso.
Puede que usted mismo, señor lector, no se haya percatado de los tres nuevos impuestos propuestos, en cuyo caso el eufemismo usado en los proyectos de ley ha producido el efecto lingüístico que se buscaba.
Me explico. Los impuestos o tributos son exacciones monetarias establecidas por ley que los contribuyentes deben pagar al Estado o municipalidades, sin derecho a una contraprestación o bien específico, y cuyo fin es financiar la actividad del Estado y demás organismos públicos.
En otras palabras, dinero que usted paga al fisco, porque está obligado, y sin derecho a nada a cambio.
Los impuestos pueden directos o indirectos. Los primeros son aquellos que grava la generación de rentas o la fuente de riqueza, como puede ser el impuesto de primera categoría que grava a las empresas, o el impuesto global complementario, que grava el conjunto de rentas de las personas naturales.
Los segundos, grava el consumo o gasto de la renta, como es el caso del IVA que todos pagamos cuando compramos en el supermercado.
Con el significado de la palabra impuesto en mente, lo invito a que revise tres proyectos de ley en trámite.
El primero es el de pensiones, donde se propone que haya una aporte” de cargo del empleador, calculado como un porcentaje del sueldo de cada trabajador, que iría a financiar (de un modo más o menos complejo de explicar parte de las pensiones de otras personas, aquellos jubilados que por la razón que sea no pudieron acumular lo suficiente para tener una pensión que les permita subsistir con dignidad. Despejando el humo del procedimiento y la suavidad de las palabras, se trata al final de una exacción calculada sobre la renta de cada trabajador, que financiará un bien provisto por el Estado.
El segundo en aparecer en escena es la contribución” al FES que deberán pagar quienes estudien gratuitamente en la educación superior si se aprueba el sistema propuesto para reemplazar el actual CAE. Este, como se sabe, es un crédito, un préstamo bancario, que financia los aranceles universitarios, el cual debe luego devolverse por el deudor al banco respectivo o bien al Estado, si es que este pagó primero la deuda al banco.
En el nuevo FES el Estado pagará a la universidad y usted después quedará obligado a pagar al Estado una contribución equivalente a 8% de sus rentas por 20 años. Lo que usted pagará es una obligación por ley, que no guarda relación con lo que costó el financiamiento de sus estudios, puede ser más o menos, y la plata que pague irá a fondos del Estado.
Tiene cola de impuesto, orejas de impuesto y huele a impuesto, me parece (y se pagará conjuntamente con el impuesto a la renta en abril.
Por último, luego que el Estado por ley decidiera que por varios años debía postergarse el pago de cuentas de servicios de electricidad, ahora todos debemos pagar la deuda que tenemos con las empresas eléctricas que tuvieron que esperar. La deuda es enorme y afecta el bolsillo de millones de personas, quienes hoy ven sus cuentas mensuales incrementada con la devolución del crédito que no pidieron. Nada que gane popularidad ni votos. Solución, ante el problema muchas veces dramático que esto implica para hogares de menores ingresos, un subsidio, un regalo pagado por el Estado que ayudará a solucionar la deuda.
Pero resulta que no hay recursos, el déficit fiscal es enorme y sigue creciendo. Como en los casos anteriores la solución es otra palabra que se ha incorporado recientemente a estos proyectos de ley, se trata de un beneficio “autocontenido”.
Sí, esa es la palabra, pero no tiene el significado que usted conoce. En el nuevo léxico de las finanzas públicas significa que lo que gasta por un lado el Estado se financia por alguien en el otro. En este caso, una de las fuentes de financiamiento propuestas es un cargo” que resta parte de los ingresos a que tienen derecho algunas empresas generadoras de electricidad.
Nuevamente se le quita parte de los ingresos a alguien, quien está obligado a este pago indirecto, y el pago no está relacionado con servicios propios de la venta de energía (como es el cargo de transmisión, es una exacción por ley.
Así, empresas generadoras, futuros profesionales y trabajadores formales, si estas leyes se aprueban como están propuestas, verán parte de sus rentas o ingresos disminuidos, yendo el dinero al Estado para pagar bienes o servicios públicos.
Pero no se preocupe, no se trata de impuestos.
A los redactores de estos proyectos mi profesor les pondría un 7 en la tarea de encontrar buenos ejemplos de eufemismos.
Los invitamos a leer la columna en el siguiente link.